NUEVA YORK -- Matt Sassi no está loco, ni es alguien que haya añorado tener sus 15 minutos de fama. Sin embargo, él sí es el tipo de persona que cree que cuando uno hace un pacto con un amigo sobre unos burritos, es importante honrarlo.

Si alguna vez Bartolo Colón conecta un cuadrangular, dijo Sassi durante la Serie Mundial, me voy a hacer un tatuaje conmemorativo.

Nadie en la mesa se imaginó que Sassi tendría que hacer buenas sus palabras. Pero pueden adivinar lo que pasó luego que Colón conectara el primer jonrón de su carrera el 7 de mayo ante los Padres. Sassi, native de Middletown, Nueva York, y que vive en San Diego, se convirtió en el orgulloso dueño de una imagen de Colón en su hombro derecho. Es un tatuaje que -- al igual que Colón - de alguna manera es alegre y extravagante.

Quizás esa sea la mejor manera de explicar el fenómeno de Bartolo Colón.

"Yo siempre he estado fascinado con él", dijo Sassi. "Siento que él representa la manera en que debe ser el deporte. Él hace cosas que uno no espera que haga, lo que lo hace grandioso."

En la superficie, es sorpresivo que los fanáticos del béisbol hayan elegido adorar a Colón. Él es un lanzador de 43 años, con un físico de Santa Claus y un pasado complicado: uso de esteroides, una cirugía no tradicional en su codo, una segunda familia. Pero eso es exactamente lo que ha ocurrido con Colón en las pasadas dos temporadas. En el ocaso de su carrera, a una edad en la que la mayoría de los grandes jugadores de béisbol ya están cojeando en sus casas, tanto física como espiritualmente, Colón se ha convertido en una especie de tesoro nacional, nuestro cofre de risas.

Sus divertidos ejercicios de estiramiento, sus piruetas graciosas, sus salvajes abanicadas en el plato que hacen que su casco salga volando, todas esas cosas se han convertido en parte de su leyenda. Colón es el meme humano que sigue dando imágenes.

SE PUEDE MEDIR el amor por Colón tanto en anécdotas como en hechos, pero comencemos por lo obvio: Él sigue siendo sorpresivamente bueno en el béisbol.

A pesar de ser el jugador más viejo en ambas ligas y de utilizar esencialmente un solo lanzamiento (la recta, la que utiliza en el 87.8 por ciento del tiempo), Colón se encuentra entre los 20 mejores lanzadores en la Liga Nacional en efectividad (2.87), WHIP (1.17) y WAR (2.8). Él es el líder de todos los tiempos entre los serpentineros activos en victorias, con 225, una hazaña que es incluso más sorprenden cuando recordamos que lucía acabado a sus 30 años. Ganó el Cy Young en 2005, pero del 2006 al 2009, Colón solo lanzó en 257 entradas combinadas. Entonces se perdió la totalidad de la temporada 2010 debido a sus lesiones en el codo y el manguito rotador, y se sometió a un procedimiento en la República Dominicana que involucró la inyección de médula ósea y células madres a su codo y hombro.

Alguna vez fue un lanzallamas, pero ha tenido que reinventarse como lanzador para depender de su control. Entre los lanzadores con por lo menos 80 entradas de trabajo, solo Clayton Kershaw ha otorgado menos boletos que Colón.

Pero las estadísticas apenas rozan la superficie de lo que es Colón. Estas no explican la razón por la que los fanáticos agitan enormes pancartas con su foto en muchos estadios alrededor del país. Estas no pueden explicar las razones por las que las redes sociales se enloquecieron luego de su cuadrangular o por qué los jugadores alrededor del deporte estaban comportándose como adolescentes esa tarde.

"Fue algo asombroso", dijo el jardinero central de los Orioles Adam Jones.

"Yo pienso que todo el mundo ama al 'Big Sexy'", dijo el lanzador de los Nacionales Gio González. "Yo nunca he escuchado a alguien decir una sola cosa mala sobre él".

Colón se ha convertido en un recordatorio de que los deportes no tienen que ser endemoniadamente serios todo el tiempo. Observen cuando se agarra su barriga y se echa a reír en el dugout, observen cuando lanza una pelota por detrás de su espalda para hacer un out, observen cuando carga su bate hasta la primera base - esos son elementos atractivos para todos. Luego del cuadrangular de Colón, la empresa Topps puso a la venta una tarjeta conmemorativa de la hazaña a un precio de $9.99. Se llegaron a hacer tantas órdenes de la misma (casi 9,000 en 24 horas) que la tarjeta pulverizó el record de ventas de una tarjeta como esa, que era de 1,808 por el partido sin hits de Jake Arrieta.

Incluso James Shields, el hombre que permitió el cuadrangular, se disfrutó el momento.

"Yo soy un gran fanático de Bartolo Colón. Yo soy un fanático de todo lo que él representa", le dijo Shields a los reporteros el día después del bambinazo de Colón. "Obviamente, no quería que me ocurriera a mí. Pero estoy feliz por él".

Así que la mejor pregunta podría ser: ¿Por qué no nos fijamos en las fallas y los vicios de Colón - las mismas cosas que solemos condenar y criticar en otros atletas - y encogemos colectivamente nuestros hombros ante él?

El 18 de mayo, apenas una semana después del histórico cuadrangular de Colón, el diario New York Post publicó una primicia de tabloide por excelencia: Colón, quien tiene cuatro hijos y ha estado casado por 21 años, estaba siendo demandado en una corte de familia en Manhattan por fallar en pagarle manutención a una mujer de Washington Heights que reveló ser la madre de dos hijos adicionales. El Post describió el sucio asunto como el desenmascaramiento de la "Familia Secreta" de Colón.

El día que se publicó la historia, Colón tenía pautado lanzar en casa ante los Nacionales, lo que significaba que no estaba disponible para comentar sobre la noticia. La confluencia de eventos tenía todos los elementos de una bonanza de tabloides de Nueva York, especialmente cuando Colón acababa de tener la peor salida de la temporada al otorgar cinco boletos y sudar para trabajar apenas 4 2/3 entradas. Mientras un pequeño grupo de reporteros esperaba por Colón luego del partido, un incómodo silencio se apoderaba del camerino de los Mets.

Pero Colón, quien lleva a cabo todas sus entrevistas luego de los partidos en español con ayuda de un traductor, parecía imperturbable. Se paró al frente de su casillero, utilizando una camiseta gris sobre su enorme barriga, completamente relajado. Eventualmente, luego de un par de preguntas amables sobre béisbol, un reportero abordó el tema de la "familia secreta" de Colón.

¿Fue difícil concentrarse esta noche con toda esta controversia rondando sobre tí?

Colón pareció desconcertado. "No, cuando estoy aquí hago mi trabajo, nada más me afecta", dijo. "Gracias a Dios".

¿Acaso tienes algún comentario sobre la historia?

"No, no tengo nada más que añadir. Realmente no quiero hablar sobre cosas personales", dijo Colón, y luego sonrió. Nadie más le hizo otra pregunta.

Luego de una semana, la controversia - si es que la misma llegó en algún momento a ese nivel - ya había desaparecido. Fue algo parecido al 2012, cuando las Grandes Ligas suspendieron a Colón por 50 juegos luego de dar positivo al uso de testosterona mientras militaba con los Atléticos de Oakland. Cumplió con su suspensión, firmó de vuelta con los A's, lanzó bien y fue elegido al Todos Estrellas de la Liga Americana al año siguiente. Hoy en día, en raras ocasiones alguien menciona esa suspensión, a menos que se mencione a alguien en el béisbol que le disfrute hablar lo que piense.

"¿Por qué él sigue lanzando tan bien? Obviamente, los esteroides", dijo el manager de los Orioles Buck Showalter, y luego puso una cara de poker por cinco segundos completos antes de echarse a reir de forma maliciosa. Dijo que era una broma.

"Es algo casi hipócrita, ¿no creen? ¿Qué nos dice eso sobre la sociedad?", siguió diciendo Showalter, al comentar sobre el hecho de que Colón parece repeler bien las controversias, como si estuviera hecho de Teflón. "Algunas personas dirían que es indulgencia. Otros dirían que, siempre y cuando lance bien, lo demás no importa".

¿Acaso es por qué Colón es torpe y divertido y se la pasa riéndose? Probablemente eso sea parte de la razón, a juicio del jardinero de los Mets Curtis Granderson.

"Pienso que la gente no puede evitar sentirse atraída por los manerismos de Bart", dijo Granderson. "Él nunca está demasiado alto, nunca está demasiado bajo, simplemente está allá afuera disfrutando el juego y siendo él mismo. Cuando uno es joven, todo sobre el juego es diversión. Lo único que cambia es que estás jugando ante más personas, las gradas aumentan de tamaño, hay más gente viéndote. Pero el juego sigue siendo el mismo. Nosotros nos olvidamos de eso. Tendemos a lucir nuestra mejor forma cuando nos estamos divirtiendo, y él es un gran ejemplo de eso".

Pero no es solo Granderson. Matt Harvey dice que desearía poder jugar el resto de su carrera con Colón. Noah Syndergaard catalogó a Colón como su Yoda personal, su ídolo y su mentor. Michael Conforto alabó la inteligencia y la actitud de Colón. Si hacemos una encuesta en el camerino, probablemente Colón salga electo como el jugador más popular del equipo. Las razones detrás de ese honor serían simples: Él maneja el negocio de lanzar como todo un profesional y no tiene ningún interés en el resto de la pompa y la seriedad del béisbol.

"Él no es el típico lanzador abridor", dijo el antesalista de los Mets David Wright. "Yo lo comparo con los receptores abiertos en la NFL, donde ellos son como las divas de los equipos. Ellos entran, se ponen sus audífonos de inmediato, ellos tienen que comer cierta comida, ellos eligen que tipo de uniformes se van a poner, que tipo de música vamos a escuchar. Todo está acomodado para ellos. Pero con Bart, es todo lo contrario. Él camina por el camerino dándoles palmadas detrás de la cabeza a los demás, haciendo bromas, riéndose. Realmente se lo disfruta. Genuinamente disfruta lo que hace".

Cada vez que uno comienza a pensar que uno comprende por completo a Colón, él encuentra una nueva forma de sorprender. A finales de mayo, Colón se midió de nuevo a los Nacionales, esta vez como visitante. En un punto del partido, decidió que le molestaba la espalda, así que cuando fue al plato y el lanzador de los Nacionales Gio González le lanzó un cambio a la altura de las rodillas, Colón se inclinó y le dijo al receptor Wilson Ramos que le dijera a González que lanzara rectas por encima del plato. Y que él prometía no hacer swing. Fiel a su palabra, no abanicó otro lanzamiento.

"Yo pensé que no valía la pena hacer swing", le dijo Colón a los reporteros luego del partido. "Yo suelo hacer swing bastante duro a las pelotas, y pensé en ese momento, no vale la pena lastimarme más la espalda, así que le dije a su receptor desde el primer momento, 'Solo tiren por el medio. No voy a hacer swing'".

En ocasiones, Colón se parece a un segmento de comedia de Will Ferrell, pero... real. Él es tan flexible, que puede separar completamente sus piernas y estirarlas, como una bailarina de ballet. Michael Conforto dice que en ocasiones observa a Colón correr detrás de batazos de línea en los jardines, y que se parece - por momentos - a un robusto Willie Mays. "Hace algunas atrapadas bien locas, y suele hasta chocar con la pared", dijo Conforto. "Los fanáticos que están presentes para las prácticas de bateo, adoran verlo hacer ese tipo de atrapadas". Pero mayormente, Colón solo hace reír a sus compañeros.

"Bart dijo una de las mejores citas que yo haya escuchado", dijo Wright. "Alguien le preguntó si ese era su primer cuadrangular. Y él dijo, 'No, yo logré muchos en juegos de sóftbol los viernes por la noche en Dominicana'. Ese es un ejemplo de cómo es él. Él adora el juego, y aparentemente también le gusta jugar sóftbol en casa en la temporada baja".

HAN HABIDO OCASIONES en la vida de Matt Sassi en las que se ha sentido un poco ansioso, perdido, incluso hasta deprimido. Se crió en Middletown, Nueva York, y fue allí a la escuela, pero no hace mucho, se abrió una oportunidad para trabajar como asistente de cuentas por pagar en un colegio universitario en San Diego. El trabajo requería una mudanza al otro lado del país. De repente, Sassi se encontró a sí mismo en una gran ciudad lejos de casa. Lo que lo mantuvo de buen ánimo, entre todas las cosas, fue su adoración a los Mets.

"Los Mets siempre han sido subestimados, a pesar de sus dos campeonatos de Serie Mundial", dijo Sassi. "Yo me veo a mí mismo como un Met, per se. Yo nunca fui bueno en el béisbol. Pero siempre me encantó ver lo alegres y contentos que se ponían los fanáticos de los Mets luego de las victorias. Siempre lo ví como un equipo que hacía sentido para mí. Nunca quise ser el tipo de persona que se molestaba mucho luego de una derrota de su equipo, como si esperara que fuesen a ganar todo el tiempo. Ellos siempre han sido algo de lo que podía estar feliz".

Amar a los Mets se puede sentir como beber un coctel potente de comedia, escepticismo, esperanza y anhelo. Pero irle a cualquier equipo en el béisbol - que es un acto de comunión en el que nos reunimos diariamente con amigos y extraños para creer - también puede ser una fuerza unificadora.

Cuando Colón lanzaba, el amigo de Sassi Anthony Triola le enviaba mensajes de texto, usualmente cuando Colón iba a batear, y ambos fanáticos de los Mets, separados por la distancia, oraban para que ese fuera el gran momento. Hasta esta temporada, Colón nunca había conectado un cuadrangular, pero era su costumbre hacer swing desde sus talones a casi cada lanzamiento. Sassi y Triola se echaban a reír mientras veían a Colón fallar miserablemente cada lanzamiento, con su barriga moviéndose en una dirección y su casco cayendo hacia el otro. Era fuente de gran entretenimiento, y de ofensa.

Cuando los Mets viajaron a San Diego para una serie de cuatro partidos en la primera semana de mayo, Sassi estaba loco por ir a uno de los partidos, especialmente porque el club de fanáticos de los Mets, el '7 Line Army', estaba organizando una salida para la serie. Inicialmente, Sassi pensó que no tendría suficiente dinero para un boleto, pero un compañero fanático de los Mets le vendió uno por un precio razonable, y de repente, estaba en el Petco - junto a Triola - rodeado por una pseudo familia de fanáticos de los Mets.

"Yo le dije a muchas personas en nuestra sección sobre nuestro pacto: que si él conectaba un cuadrangular, yo me haría un tatuaje", dijo Sassi. "Pero yo realmente no pensaba mucho en eso".

En la segunda entrada, enfrentándose a Colón, Shields trató de engañarlo con una recta de 91 mph por el medio del plato en conteo de 1-1. En ese momento, Colón lució más como un Babe Ruth que como un lanzador con promedio de bateo de por vida de .094. Conectó de forma sólida la pelota y la llevó por encima de la cerca del jardín izquierdo, y a medida que los fanáticos de los Mets se volvían locos, Colón comenzó uno de los trotes de cuadrangular por las bases más lentos y satisfactorios en la historia del béisbol. En las redes sociales, se formó un pandemonio. Y dentro del estadio, también se formó un pandemonio.

"A medida que hacía su swing, mi cerebro explotó", dijo Sassi. "Fue una locura. Es muy difícil describirlo en palabras. En realidad, pienso que mi cerebro se derritió. Yo estaba tan feliz. Todo el mundo a mi alrededor me seguía gritando, '¡Vas a tener que hacerte ese tatuaje!'"

Le tomó al artista del tatuaje casi cuatro horas completar su trabajo. Sassi dijo que no le dolió. Que no sintió nada más allá de alegría. Cuando las cicatrices comenzaron a sanarse, le envió una foto de su hombro al blog del 7 Line Army, y tan pronto como se publicó, se volvió viral.

"Algunas personas dijeron que no se parecía en nada a Bartolo, que lucía como una pasa de California o que él lucía como Chris Christie", dijo Sassi. "Bueno, yo no quería que luciera exactamente como un retrato de su cara. Yo quería que pareciera más como una caricatura. Yo quería que luciera diferente. Yo quería que su casco se estuviera cayendo y que tuviera una expresión graciosa en su casa porque así era como yo lo veía en mi mente".

Los deportes tienen la costumbre de convertirnos en gente cínica, dijo Sassi. Aunque eso es entendible, eso no significa que uno tenga que hacerlo así todo el tiempo. De aquí a algunos años, cuando mire su tatuaje, Sassi está convencido que no se va a arrepentir del mismo. Todo lo que va a recordar es ese momento en el Petco Park, cuando el sol estaba brillando, cuando él estaba sentado con uno de sus mejores amigos y cuando él fue testigo de uno de los momentos más improbables en la historia del béisbol. Es fácil entender por qué uno querría tener un recuerdo permanente de un día como este.

"Esto no fue algo que yo sentía que tenía que hacer", dijo Sassi. "Es algo que yo realmente quería hacer. Quería recordar ese momento".

Colón no necesitó un río de tinta para recordar lo que pasó. Lo catalogó, sin pensarlo mucho, como el momento más grande de su larga carrera. Se tomó su tiempo, trotando alrededor de las bases con una gran mueca en su cara. Cuando finalmente regresó al dugout, se mantuvo tocándose su corazón. Le dijo a sus compañeros que no podía creer lo rápido que estaba latiendo.

Por Kevin Van Valkenburg, Escritor Senior de ESPN
 
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